Democracia: Constitución y Elecciones

 


Democracia: Constitución y Elecciones

Fabricio 26/6/2025

Hay situaciones que nos pueden sorprender por la capacidad que tiene la apariencia para ocultar la realidad y reemplazarla, hasta implantarse como un hecho que socialmente se asume como natural y eterna.  

El hecho, se subsume en la interpretación, descripción y concepto y esta cargada de direccionalidad y de propósito. El capitalismo como hecho, se sustenta en la apropiaciòn del trabajo ajeno para acumular y concentrar riqueza, que oculta construyendo sus propias apariencias y fetiches: las relaciones humanas, adquieren formas entre cosas (mercancias), las relaciones sociales se cosifican y la autoridad de la burguesía organizada como Estado, adquiere forma de Democracia y Libertad.

De este modo, el poder de la burguesìa encuentra en la Democracia, el mecanismo para que su autoridad se manifieste como sistemas administrativos y legales, creados para solucionar demandas y conflictos sociales, con lo que logra diluir el despotismo del capital en la imagen de un sistema igualitario y universal, al que estan sometidos los ciudadanos independientemente de su condición económica y posición política. 

A partir de la imagen de igualdad, establecido como regimen democràtico, el poder político, representado por el Estado y concretamente por el Gobierno (respensable del manejo del Estado, en un momento històrico determinado) dicta y ejecuta políticas, las que invariablemente se orientan a consolidar proyectos econòmicos concretos, orientados a la ganancia y acumulación de riqueza.

Esta Democracia se levanta sobre dos ejes fundamentales: la constitución y el sufragio, que evolucionan constantemente por los cambios que se operan en: 

a) los sistemas económicos, sociales y políticos; 

b) la interrelación de fuerzas al interior de la burguesía; 

c) el conflicto entre la clases sociales; que tiene como fin: legitimar el poder del capital y los procesos de acumulaciòn, limitar las expresiones de rechazo a las decisiones políticas y a los sistemas econòmicos expoliadores e impedir y obstruir el fortalecimiento de la organización popular.  

En el Ecuador desde el origen de la República se han institucionalizado 22 constituciones, con orientaciones políticas diferentes; todas, sin excepción, apuntando a conservar el sistema de reproducción econòmica y social vigente, incluyento las posturas progresistas, que, en su tiempo, con el empuje de la organización de los trabajadores y su sacrificio, lograron mejorar las condiciones de trabajo (derecho a la organización laboral, a la estabilidad laboral), siempre con oposiciòn del la derecha tradicional y el Estado. Reformas que se institucionalizan como propias del quehacer democràtico.

En el Ecuador, las reformas establecidas en las constituciones (con sello Aristocràtico patriarcal), generalmente resultan de la presión orgánica de las clases populares y de la incidencia política que mantienen  sobre el conjunto social, esta dinámica logró, por ejemplo, que en la constitución de 1890 se estableciera por primera vez el “sufragio universal masculino” producto del fortalecimiento de las posiciones librerales y anticonservadoras; en 1929, luego de luchas en la que sobresale Matilde Hidalgo, se establece la participación de la mujer en los procesos electorales, en 1978 se declara ciudadanos a los analfabetos con capacidad de votar y en el 2008 se instituye el carácter Democrático del Estado y “que la soberanía radica en el pueblo”; mediante, un solo acto premitido por la democracia “el voto”, parar “elegir” a candidatos preseleccionados por los grupos económicos y sus organizaciones políticas. 

El sufragio, como se evidencia, se presenta como la entrega de soberanías, que arrancan desde el ciudadano “soberano” que en sufragios “soberanos” elige y entrega la soberanìa a los candidatos para dirgir “los destinos del paìs”; esta dinámica compleja y  llena de soberanìas se reduce a “definir” a los futuros gobernantes, de entre los candidatos que previamente fueron predesignados. 

En este juego, los procesos electorales, logran ratificar el poder y el control de una clase sobre la sociedad, legitima a la democracia como sistema político único e irremplazable, validan la dominación y el control pólítico del Capital sobre el trabajo,  resuelven momentaneamente las contradicciones económicas y políticas al interior de la burguesía, mediante negociaciones poselectorales, con la subordinaciòn de “las minorías” parlamentarias al bloque triunfador, a cambio del control parcial de la institucionalidad Estatal, que posibilita contrataciones económicas con el Estado, que es una de las fuentes importantes de acumulación de capital en el país.

Los “pilares de la democracia”, que sobreviven entre la deslegitimación y la espectativa del deber ser democratico, posibilita el permanente cambio de contenidos políticos y legales a la vez que renueva la esperanza de la perfectibilidad futura, hasta llegar a ser una entelequia de contemplaciòn; como las imágenes religiosas expuestas en el templo para la adoración de los fieles, como sujetos depositarios de fe; hoy la imagen se presenta mercantilizada, en templos cerrados, con entradas pagadas, para ser admiradas como eventos esteticos, como objetos destacados por la habilidad del artista, la unicidad de la obra y su aura. Se pierde la representaciòn religiosa y perdura la estetica, igual que la democracia, se la mira desde lejos, como una abstracción,  que se mantienen como imagen. 


 



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