DEMOCRACIA Y REFORMAS SOCIALES

 Democracia y reformas sociales 

Fabricio 2025

La democracia, en el pensamiento liberal clásico, se presenta como el escenario de acción política, en donde los ciudadanos expresan y enfrentan propuestas políticas, en función del bien común, en un ámbito de libertad e igualdad, garantizados por el Estado.

El progresismo le caracteriza como “una permanente conquista (de derechos) cotidiana y como un orden perfectible a partir de la acción ciudadana”  vinculando el concepto al progreso económico, a la justicia social mediante reformas.


En uno y otro concepto, la democracia se vincula a las reformas sociales, bajo distintas formas:

La primera, como un juego en donde la bondad de los ciudadanos y del Estado garantizan un futuro cada vez mas justo.

En el segundo, mediante la conquista de derechos, que se puede interpretar que es el conflicto, el que permite en una dinámica gradual, la perfectibilidad de la sociedad. 


Miradas desde otro ángulos las reformas sociales, a nuestro entender, son respuestas de la burguesía a la organización y movilizaciones populares, con el propósito de neutralizar su ascenso y evitar potenciales momentos revolucionarios, que invariablemente se complementan con medidas represivas, orientadas a desestructurar la organización popular y de la izquierda revolucionria. 


En la historia del Ecuador, junto a las reformas “conquistadas” por los trabajadores con movilizaciones sociales, el gobierno ha implementado políticas de carácter represivo, como la terca realidad lo demuestra.


En la dácada de los treinta y cuarenta del siglo pasado, con la movilización de los trabajadores, fundamentalmente artesanos y la presencia de las organizaciones de izquierda, el Estado asume algunas reformas (limites en jornadas laborales, salarios mínimos, estabilidad laboral, ampliación de la cobertura de servicios de educación y salud) que, conseguido el objetivo, desmoviliza a los trabajadores; momento en que el estado emprende procesos de represión (persecución de dirigentes sindicales y de las organizaciones de izquierda, que muchos de ellos se ven obligados a salir del país, como exilados políticos) orientados a debilitar y destruir a la organización social.


En los años sesenta y setenta las movilizaciones de trabajadores y estudiantes, provocan el establecimiento de gobiernos militares, que concomitantemente con la implementación de algunas reformas sociales, se persigue a dirigentes políticos y sindicalistas de izquierda, con el propósito de siempre, destruir a la organización social e impedir  procesos de fortalecimientos de poderes alternativos y revolucionarios.

El gobierno progresista, que asume la direccion del Estado, como resultado de movilizaciones populares y con apoyo y entusiasmo de la izquierda, apunta a cambios en la estructura de producción capitalista, estableciendo ciertas reformas centradas en:

gasto inversión presupuestaria como incremento del presupuesto en salud, eduación, infraestura vial, etc

; a la vez que se condonaba deudas de empresarios, se privatizaba recursos del Estado, 

se congelaban los salarios reales de los trabajadores, 

se terminaba con el principio de la estabilidad laboral 

se apuntaba a destruir la organización social y política popular mediante: la coptación a los sistemas de gestión estatal de dirigentes campesinos y sindicales,

la conformación de organizaciones alternativas dependientes del gobierno y el desprestrigio a los dirigentes sociales. Con el mismo propósito del poder, destruir la organización popular contestaria.


En este sentido, la democracia, como todas las formas de representación política del poder autoritario, es un sistema de gestión que concentra las decisones políticas en el Estado, especialmente en el ejecutivo, con capacidad de reprimir y destruir movimientos sociales y “las conquistas sociales”, especialmente cuando estas amenazan los ejes de constitución y reconstitución permanente del capital y que Agustin Cueva, denominaría democracias “restringidas” y controladas. 

    

Sin embargo, estas experiencias, por más duras que signifiquen para la resistencia popular, no descalifican a la democracia como espacio para que los trabajadores se organicen para “conquistar” reformas, el problema es sobrevalorarla y considerarla como el único sendero para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y creer que la democracia, en algun momento alteraria los ejes fundamentales de reproducción del capital, fuente de concentración de la riqueza, corrupción, desempleo, pobreza, racismo y patriarcalismo.


Insistiendo que las reformas sociales, independientemente de las formas de representación política del capital, se alcanzan con la organización de los trabajadores y de los sectores sociales excluidos de los derechos sociales, de su capacidad de movilización construida con posiciones doctrinarias, identidad de clases, edificada en la resistencia por la consecución de los derechos y apuntando permanentemente a consolidar poderes alternativos para enfrentar el autoritarismo del Estado, como representación y organización política del capital. 




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